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jardín nómada
¡¡volvamos a la calle!!
concurso ideatón volver a la calle // bid ciudades comunes
bogotá / madrid 2020

taller babor// daniel blanco, faber emilio, maría camila sánchez, juliana rodríguez torres​​
Los centros urbanos de la región latinoamericana no están equipados para el periodo de regreso a la calle tras la contingencia del COVID-19. La pandemia se nos presenta como una crisis por sí misma, sin embargo, es apenas un detonador que permite identificar problemas estructurales de estos centros urbanos, que se superponen como capas de nuestra realidad. De hecho, es evidente que históricamente la infraestructura de nuestras poblaciones se ha construido sin tener en cuenta los sistemas de vida que nos rodean y las dinámicas propias de la interacción social. Estos sistemas urbanos han sobreexplotado los recursos naturales y se han enfocado en el beneficio compulsivo del sector privado, hechos que contribuyen a la actual crisis climática y a la perpetuación de espacios excluyentes y poco plurales. Por esta razón, un proyecto para regresar a la calle tras un periodo de pandemia necesita considerar las medidas de cuidado propias de la contingencia, mientras ofrece un espacio amable que se sobrescribe a las deficiencias estructurales para suturar el sistema invitando a todo habitante sin discriminación.
Jardín Nómada se manifiesta como un artefacto flexible impulsado de manera sostenible, que busca comprender la complejidad de un territorio latinoamericano. Es un espacio itinerante que da soporte a redes comunitarias por medio de juegos y festividades, que acompañan a la reactivación de la capacidad productiva de la comunidad. 
Propone un espacio adaptable, articulado a partir de módulos multifuncionales. Las dimensiones del artefacto tienen en cuenta tres unidades básicas de escala. Uno, las longitudes requeridas para el distanciamiento físico; dos, las dimensiones barriales y perfiles viales de menor tamaño, como la red de ciclorrutas; y tres, la dimensión doméstica cuya atmósfera ofrece un mayor grado de familiaridad y tangibilidad. Además, su estructura metálica es un cuerpo seguro, duradero y reutilizable, que es capaz de brindar cuidado y refugio, como cualidades esenciales en tiempos de pospandemia. Simultáneamente, la propuesta dialoga con las comunidades vecinas y da lugar a sus prácticas y saberes para desarrollar algunos procesos ligados al artefacto. Mientras los componentes rígidos del proyecto proponen una armadura adaptable a las condiciones topográficas y climáticas de alto impacto, los componentes blandos permiten un contacto suave con el cuerpo de sus habitantes. Las membranas tejidas por ejemplo, generan un ambiente cómodo que media con factores como la luz solar y las precipitaciones pluviales. En definitiva, es un proyecto que ofrece soporte a las relaciones vitales de la urbe, dando refugio a poblaciones ansiosas por volver a la calle. 
Jardín Nómada es un deseo de transformación; un artefacto amistoso que llega para cooperar; un complemento necesario que aterriza con cuidado y deja sonar el llamado: 
Dirindón Dirindán, ¡¡Volvamos a la calle!!

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